Heidegger y la Pregunta Por El Ser, Elucidación Lógico Transdisciplinar


Heidegger and the Question of Being: A Logical Transdisciplinary Elucidation

Iván Oroza Henners

Universidad Mayor de San Andrés

La Paz, Bolivia https://orcid.org/myorcid000000028776581X


RESUMEN

La pregunta por el ser siempre ha sido y desde Heidegger incluso de forma explícita o implícita paradójica y oscura, ya que plantea dos incógnitas cuando debería tener solo


entiende.


un algo, un ser, es decir, lo mismo como el

toria e

imposible de comprender. El propósito de este artículo es aclarar esta estructura lógica que, tras el análisis, se vuelve comprensible y elemental, aunque no llegue a proporcionar una solución definitiva.

Palabras clave: Pregunta por ser; problema; incógnita; solución previa.


ABSTRACT

The question of being has always been and since Heidegger explicitly or in reality nor even explicitly in this one paradoxical or obscure because it is a question that has 2 unknowns, when it should only have one. When I ask "What is this"? The unknown is in the "this", the rest is understood; but in the case of "What is being"? "What is" is not understood either because it is the same unknown (both in the "What" a something, a being, that is the same thing, as in the question is paradoxical, contradictory and impossible, and it is not understood. Clarify this logical structure that after the analysis becomes very understandable, elementary, logical, although without saying the solution, is the purpose of this article.

Keywords: Question being problem; unknown; previous solution.

RESUMO


A questão do ser sempre foi e desde Heidegger explicitamente ou na realidade ou mesmo explicitamente neste paradoxal ou obscura porque é uma questão que tem 2 incógnitas, quando deveria ter apenas uma. Quando pergunto "O que é isso? O desconhecido está no" isso ", o resto é compreendido; mas no caso de "O que é"? "O que é" também não é compreendido porque é o mesmo desconhecido (tanto no "O que" um algo,

pergunta é paradoxal, contraditória e impossível, e não é compreendida. Esclareça esta estrutura lógica que após a análise se torna muito compreensível, elementar, lógica, embora sem dizer o solução, é o objetivo deste artigo.

Palavras chave: Pergunta ser problema; desconhecido; solução anterior.


RESUME

et depuis Heidegger même explicitement ou implicitement


-

-ce que l -ce que ? Cela devient

-à-dire la

même chose et le « est » sont également problématiques. La question est donc paradoxale, contradictoire et impossible à comprendre. Le but de cet article est de clarifier cette structure logique qui, après analyse, devient compréhensible et élémentaire, même si elle n'apporte pas de solution définitive.

Mots-clés: Demander à être ; problème ; inconnu; solution précédente.

INTRODUCCIÓN

Quizá una de las preguntas que define nuestra situación contemporánea sea la pregunta (no respondida) por el ser, que formuló Martin Heidegger en 1927, y todavía estamos en ella. En efecto, esto representa dos cosas: a) que la pregunta es capciosa, pues se envuelve a sí misma en lo que pregunta, y b) en consecuencia, no solo la respuesta, sino la propia pregunta debe aclararse. Con ello, nos proponemos saber si el casi siglo transcurrido aporta algo de madurez para resolver de una vez la pregunta y, acaso, la respuesta por el ser. Se trata de un ejercicio de inteligencia de especie que, suponemos, mejora a lo largo del tiempo. En efecto, tenemos instrumentos para probarlo, para resolver al menos aquello de la pregunta por el ser, y esto es un tópico del siglo XXI que seguiremos para regir nuestra conducta.

La pregunta por el ser es fundamental en filosofía porque desafía a todas las

, de


cuántica subjetivada, de las partículas y sus paradojas, todo por hacer una clasificación hoy borgiana. El ser está en todo; es la vieja constatación de la filosofía. En este caso, responsablemente, la metafísica, como subdisciplina filosófica, es la que indaga

análisis lógico, no se detendrá ante la tremenda arremetida de la ciencia en cuanto a logros, pues, precisamente, el análisis lógico es imprescindible. Este análisis, que suele ser

siglo XIX y, sobre todo, ni siquiera al siglo XX; de modo que resolvamos la pregunta por el ser para demostrar que somos humanos, que sabemos más que los anteriores, aun cuando dejemos las viejas heridas pertinentes para la eternidad.

Un filósofo analiza las cosas desde un punto de vista lógico y alcanza un nivel de claridad básico para el desarrollo de las otras ciencias; decide el estatuto epistemológico del investigar y rima ideología y ciencia en un proyecto de ensayo y error que, al fin, funciona. El análisis filosófico es a priori respecto del aposteriorismo científico, pero respeta sanos cruces de ambos, con el objeto de intercambiar ciencia, precisamente de cruce, en la

división de disciplinas. El objeto realidad es uno. Sea, pues, que aclaramos la pregunta por el ser.

La disciplina que aclara la pregunta que interroga por el ser, en pleno siglo XXI, es la lógica del problema, la misma que es llamada para atender a los problemas clásicos de la filosofía y, muy en particular, al problema del ser. La modestia del resultado que alcanzamos es solo una muestra de lo que podemos hacer; así, nos jactamos de resolver, pero también de reducir a ortodoxia las lecturas de los clásicos de la filosofía, incluyendo a Heidegger (Oroza 2015, 2953).

La lógica del problema procede por símbolos; es lógica matemática, pero posee una simplicidad que aconseja aprenderla para resolver la subida a un nivel nuevo de inteligencia. La lógica del problema es nueva en relación con la investigación filosófica, pero de ningún modo es una nueva filosofía. Se trata solo de hacer un análisis lógico pertinente y probar que es difícil, históricamente, deshacerse de proyectos utópicos como coronar una ideología como la verdad. En todo caso, garantizamos la resolución del sentido de la pregunta por el ser, como que, a estas alturas de la filosofía, no hay mucha diferencia entre sentido común culto y ella (Heidegger 1974, 1148).


La lógica del problema


La lógica ha sido cifrada como el meollo de la filosofía y de la cuestión básica del ser humano; es decir, por qué y qué existimos. Para seguir con la senda, desarrollaremos una lógica del problema apenas suficiente para resolver la pregunta por el ser. Esta pequeña lógica del problema, a desarrollarse, tiene dos implicaciones: a) no solo escribimos un artículo sobre la pregunta del ser, sino que nos acostumbramos a que hay una teoría para todo; y b) esta teoría es absolutamente elemental, con lo cual queremos dar en el clavo de por qué el siglo XX es siglo XX y por qué el siglo XXI es siglo XXI. La lógica de un problema será como se sigue:

En un problema hay una contradicción entre el ser y el deber ser; por ejemplo, si perdí la llave de mi escritorio en mi estudio, planteo el siguiente problema modelo: la llave debería estar en mi estudio; recuerdo que la introduje, pero no está. El análisis lógico de la

situación lleva a que: o bien la llave está en el estudio y no busqué bien, o bien la llave no está en el estudio y busqué bien, y es falso mi recuerdo de que la introduje. Si nos fijamos bien, este problema doméstico tiene la propiedad de representar a todo problema, pues, ya sea (y haremos esta suposición) que la llave está en un ángulo difícil de ver en el estudio, yo cometo el error de sustituir una propiedad objetiva que percibo (el estudio en sí, con todos sus ángulos) por una propiedad que niega o invierte el contenido del ángulo en cuestión.

Como objetivamente todo se implica perfectamente, en el error o problema


procede de la certeza

Esto es porque el error se ha mimetizado como objetividad, y eso hace que el estudio problemático (sin la llave) sea apariencia del estudio solutivo (con la llave). El dato más importante es que el estudio objetivo ha impresionado nuestra percepción, como no podía

36).

Los énfasis en cursiva ofenden al lector ante tremendo elemental problema, pero son


sea, todo problema tiene esas características; se tiene a la realidad en la mente, como no podría ser que la naturaleza se equivocara, y la propia mente, con su facultad de errar, que falla. El problema y su lógica no son nunca un tema epistemológico, ontológico, científico, etc. Se trata de que hemos cambiado notas, de lo que es a lo que decimos. El tema podría ser psicológico (pude estar cansado al buscar la llave de mi escritorio en mi estudio), pero ese no es el tema de la presente exposición. Finalmente, puede decirse que el problema

el problema del ser. Pero sabemos, desde la física moderna, que lo que afecta a un planeta pequeño afecta a todo el universo. Veamos, pues, el problema, o la pregunta por el ser, en su reducción a la elementalidad, y luego especulemos dónde podría estar la complejidad (Oroza 2015, 43 46).

Hoy, naturalmente, se extrañan razonamientos brillantes, como que podamos resolver fácilmente lo que los anteriores dejaron como época. Naturalmente, hasta cierto

límite, que ampliaremos hoy.


La pregunta por el ser


Cuando preguntamos: ¿qué es un vaso?, obviamente debemos saber una parte de la pregunta e ignorar otra. La parte que sabemos, en el ejemplo dado, es que sabemos (para

con un ejemplo, aunque sea la propia pregunta (por ejemplo, el ser de una cuchara), pero no


noticia de la utilidad). Pues bien, en la pregunta por el ser, la parte conocida es idéntica a la parte por conocer. La solución es elemental: para el caso del ser, la parte conocida es la lógica que no recula y la parte no conocida es la propia lógica (que se problematiza a sí misma, pidiendo el contenido del principio de razón suficiente para el caso del ser).

1974, 1121).

Ahora vemos la utilidad del modelo doméstico de la llave en nuestro estudio: el ser no puede menos que presentarse con todas sus cartas, pero, por error (sustitución de notas), no lo vemos. Pero, como la más elemental de las minucias, el error explica nuestra situación y disuelve objeciones, como que todo el aparato del ser debería caerse, pues es un error y tiene su lógica. Si todo no parece simple, estaríamos, como especie, faltando al respeto a un ilustre pensador reconocido como Martin Heidegger, pues, si uno escribe, es para ser leído.

la fil su tiempo y no se detuvo en analizar la pregunta por el ser; c) rompió, sin hacerlo, con un modo de inteligencia que consiste en que no podamos darnos cuenta de ciertas cosas que


Existe, en consecuencia, el siguiente problema: a) en un problema todo es claro (atendiendo

ser; b) una propiedad del problema (la más importante) es que tiene solución. Entonces, sería mejor dejar al clásico Heidegger tal como lo dijo, y nada más. Pues nadie cree en la solución; pero, obviamente, después de haber leído esta parte del artículo, esta suena posible; y, punto final, así como resolvimos la cuestión de la pregunta por el ser con

os con lo


debemos el máximo respeto a ellos, porque, precisamente, ya no van a vivir con nosotros; es la ley de la vida. Y sigo, c) insisto en que podemos resolver la cuestión de la respuesta sobre el ser, y esto es porque somos, eso es terminante. Y esto es por una deuda personal de cada uno de nosotros, que es lo que ya esperamos por respuesta.

Naturalmente, la respuesta a la cuestión del ser se verá en otro apartado; sin embargo, apréciese aquí la belleza del universo: tras una sustitución de propiedad o dato, una llave que está en nuestro entendimiento (porque, por decirlo groseramente, su gravedad afecta nuestro ojo) no está; no hay ninguna llave. Heidegger hizo un análisis simple de la pregunta por el ser antes de dedicarse a la ideología; dijo que en la pregunta por el ser hay cuatro elementos: a) qué se pregunta (el sentido del ser); b) de qué se pregunta (del ser); c) quién pregunta (el hombre); y d) a qué se pregunta (no digo a quién, porque podría ser una investigación). Y en la última ecuación, propone a lo que su ideología llama

véase aquí lo pobre o trillado del análisis sobre la pregunta sobre el ser y, a la vez, la



cuestión del ser será error de

XXI. En otras palabras: no hace falta saber la verdad para existir, pero, si no puedes responder la pregunta de Heidegger, te calificarán de asno. (¡Se necesita urgente un editor!).

¿Es muy difícil pensar que, en un problema, por ejemplo, yo pienso erróneamente que la llave no está ahí y, sin embargo, está allí? ¿Y pensar que, lo mismo, el ser de las cosas está en nuestra mente, porque no pueden presentarse sin sus propiedades, pero nuestro i

quiero decir que, al ver un refrigerador, el contenido se vea en nuestra mente; pero, si ese contenido fuera algo que destruyera la tapa del refrigerador, entonces ese contenido que no destruye la tapa del refrigerador está en mi mente. ¿Es muy difícil ser fiel a un sabio alemán y no responder a su pregunta? No. Por lo menos, la finta de profundidad ha sido aclarada.

El problema de los papeles, es decir, de los escritos, es que te dejan decir lo tuyo en dos palabras: por ejemplo, en la pregunta por el ser de Heidegger, todo está detrás porque el ser no se presenta sin sus propiedades. Y estamos en el siglo XXI; alguna gota rebalsará el vaso. No hay un problema de convencer a es resoluble; todo tiene su tiempo, sobre todo si alguien quiere alzar las armas y ventilar este análisis con el debate filosófico clásico. Frente al debate filosófico clásico diremos que: ya basta, no es ya agradable. Se está jugando con la gente, por ejemplo, para este artículo, que ni siquiera hemos avanzado en aclarar la pregunta por el ser. Lo que no es

cuestión del ser y, por lo tanto, está celoso; tanto mejor. La iniciativa de este artículo es terminar lo antes posible (Heidegger 1974, 1121).


Las viejas resoluciones del problema del ser


Heidegger no hizo una gran teorización sobre el tema del ser. Se limitó a mencionarlo, y de allí desarrolló su teoría existencialista, que, por ser de paso adelantado, le permitió protestar con la pregunta por el ser, manifestando su afiliación neta. Esta resultó ser cierta, cuanto manifestó los síntomas tempranos de la hermenéutica. Esto prueba que los pasos son tortuosos y no naturales, si se piensa en un autor que presentó una tesis muy delicada: que el ser es un saber interpretativo. Como sabemos, el entusiasmo por decir que la filosofía es interpretación, y que en consecuencia no tiene objeción salvo una interpretación exótica o radical, tiene el contrapeso de decir que no solo se tendió, sino que se sancionó a pensar que la interpretación lo es todo.

La interpretación no basta; es un principio de la ciencia. Si usted piensa que la



es necesario saber por qué existimos y qué somos para existir; lo que sí es necesario es no


respuestas a la cuestión del ser. El ser es materia, idea, incognoscibilidad, irracionalidad, interpretación (volvemos a Heidegger contra sí mismo), y definitivamente no es aire o fuego. Con ello mostramos, según Heidegger, nuestro poco adelanto.

¿Qué es el átomo, el quark? ¿Qué es el espíritu, la idea, en Hegel, por ejemplo? Heidegger avanza en esto a decir que admira a Anaximandro, con lo indeterminado, pero ello es parte del problema, evidentemente. Es notable que Heidegger juegue al Perogrullo

filosofía nos enseña que el mayor problema a resolver es por qué los filósofos tuvieron éxito o por qué sus razonamientos, como el de la pregunta sobre el ser, los convenció y les permitió vivir con dignidad. La última es una frase personal.

En resumen, He

de denostar, de la materia y de la idea y de la incognoscibilidad, para la cuestión del ser. Perogrullo que asumimos aquí, aunque no tendríamos que hacerlo. Y con ello estamos amasando masa de pizza; lo que realmente quiere la gente, y lo digo con el fondo del corazón y de la lógica, es que hay razonamientos simples, como que hay un error entre su pensar y el objeto, sea este su propio pensar o la lógica o el ser o lo que fuere. Esto ayuda a mirar de un modo simple las cosas que fueron complicadas, como en el aprendizaje de cualquier disciplina, sea lógica o esta transdisciplinaria misma (Alchourrón, Méndez y Orayen 1995).

REFERENCIAS

Heidegger, Martin. El ser y el tiempo. México: Fondo de Cultura Económica, 1974. Oroza, Iván. La lógica del problema, ensayos de lógica pura. La Paz: Privada, 2015.

Alchourrón, Carlos E., Juan M. Méndez, y Raúl Orayen, eds. Lógica. Madrid: Trotta, 1995.