TRANSCOMPLEXITY AN EPISTEMOLOGICAL LOOK AT INTELLECTUAL EVOLUTION
Maracay Venezuela
Código ORCID https://orcid.org/0000-0001-8074-578X
El presente artículo de revisión, se corresponde con una producción intelectual derivada de una investigación documental, cuyo propósito fundamental fue realizar una mirada epistemológica de la evolución intelectual desde la transcomplejidad. Para el logro del propósito se utilizó el método hermenéutico, lo que permitió el análisis e interpretación de los referentes teóricos seleccionados de libros y artículos y otras fuentes consultadas. Los hallazgos obtenidos permitieron concluir que la humanidad se encuentra en una transición evolutiva intelectual que conjuga lo mítico, lo teológico y lo científico en un gran complexus epistemológico transcomplejo que procura la resignificación del sistema pensamiento realidad.
This article corresponds to an intellectual production derived from a documentary investigation; whose fundamental purpose was to make an epistemological look at intellectual evolution from transcomplexity. To achieve the purpose, the hermeneutic method was used, which allowed the analysis and interpretation of the theoretical references selected from books and articles and other sources consulted. The findings obtained allowed us to conclude that humanity is in an intellectual evolutionary transition that combines the mythical, the theological and the scientific in a great trans-complex epistemological complexus that seeks to resignify the reality-thought system.
La evolución, el progreso de la intelectualidad del pensamiento científico y su forma de percibir la realidad, generan metamorfosis en los propios principios epistémicos. A través del tiempo el hombre siempre ha procurado encontrar las respuestas al porqué de las cosas, ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? y ¿Hacia dónde voy? Son interrogantes que van siendo respondidas según las corrientes y estructuras de pensamientos epocales, al respecto Ugas(2016) “La racionalidad epocal, contiene el intercambio entre el clima cultural y la atmosfera civilizatoria que evidencia formas históricas en el modo de ser del pensamiento en la relación eco-cognitiva con lo vital- cognitivo”. Para el autor citado, Es decir, que la exégesis del ecosistema de la realidad que involucra al individuo como sujeto y objeto, se subordina a la misma estructura cultural del contexto social al que pertenece.
En este sentido, Augusto Comte, en su escrito del primer volumen lección uno en el curso publicado y traducido al español por primera vez en 1875 titulado principios de la filosofía positiva, hace una advertencia de la forma errónea con la que era utilizada la palabra filosofía de forma general y aclara que en toda la extensión del curso utilizará el adjetivo positivo para hacer desaparecer todo equívoco esencial y adopta la palabra filosofía desde la perspectiva de los pensadores antiguos, es por ello que plantea limitarse al empleo la palabra filosofía en la acepción que le daban los antiguos y especialmente Aristóteles.
Para este autor, la acepción dada por Aristóteles a la filosofía, guarda estrecha relación con la forma general de la concepción humana de la realidad. Asumiendo de esta forma, que las teorías independientemente cual fuese su orden, su objeto único es la coordinación de los hechos observados, los cuales responden en todo caso al tercer y último estado de la filosofía general, considerada por el mismo cómo primitiva y teológica, antecesora del estadio positivo, evidenciando con esto la forma epocal y evolutiva de la intelectualidad humana para percibir los hechos y fenómenos.
En la actualidad, autores como Zaá, Salcedo, Balza, Villegas y Schavino, entre otros autores miembros de la Red de Investigadores de la Transcomplejidad (REDIT), vienen construyendo un pensamiento a los requerimientos filosóficos generados por la hegemonía materialista en el abordaje investigativo de las realidades sociales; es decir esa forma rígida objetivista desde la
cual se visualizaba el mundo con una alta influencia epistemológica del positivismo epocal a través de varios siglos. Es por ello que, estos autores plantean una nueva forma de dibujar el lienzo conformado por diversas realidades que dan cuenta de nuevos caminos para escudriñar lo existente e ir más allá del estado positivo, en procura de un nuevo estado o forma de observar y percibir la ciencia sin fronteras enmarcada en una profunda reflexión transcompleja. Desde este enfoque, es que surge la inquietud de realizar la investigación con la convicción de aportar a la epistemología emergente que procura trascender los límites del conocimiento.
Con la intención de comprender la doctrina simbólica de Augusto Comte, debemos adentrarnos en su pensamiento; para ello se toman los aportes de Julián Marías en su maravillosa traducción del discurso sobre el espíritu positivo en la edición publicada en el año 2007. Donde plantea que la intencionalidad de su prólogo no está dirigido propiamente a mostrar el contenido de la ciencia positiva la cual la considera como una ciencia envejecida en gran parte de su postulado, para él lo más importante es no pecar de ignorancia en lo que significa ser positivista, al respeto Julián Marías, señala que el conocer del positivismo “ nos puede dar gran claridad sobre la época inmediatamente anterior y al mismo tiempo sobre la nuestra”( Marías (2007)) en un sentido un poco más amplio, lo que importa es conocer en que ha consistido el espíritu positivo y su exégesis de varios siglos, para poder llegar al estado evolutivo intelectual del siglo XXI. Desde principios del siglo XX, de tanto hablar de los positivistas parece ser que se han olvidado y tergiversado las vivencias de Comte, es por ello que hoy en día según Marías “hay una gran distancia entre el fundador y lo fundado…”. Es decir, que el positivismo corrió una especie de suerte de convertirlo en algo parecido a una religión, jerarquizando su discurso con pretensiones hegemónicas. No obstante, la obra de Comte, nos plantea una visión de la evolución intelectual del hombre al describir su primer apartado denominado la superioridad mental del espíritu positivo, donde refleja y explica la ley de la evolución intelectual de la humanidad o ley de los tres estadios (Teológico, Metafísico y Positivo). Es necesario destacar que Comte, llama estadio a toda época en la que se encuentre el espíritu humano entorno al saber intelectual; es decir, toda especulación relacionada con los fenómenos observados directamente de la realidad,
obligatoriamente debe pasar por alguno de los tres estados propuestos por él.
En este primer estadio, el hombre procura las respuestas a los fenómenos desde lo mítico y lo mágico, donde en una primera etapa las creencias del hombre guardan relación con el fetichismo creyendo en la hechicería, la superstición y la adoración de elementos materiales; no existe la fe ni se contemplan los aspectos morales. En una segunda etapa el hombre dirige sus creencias a diversos dioses (politeísmo) dichos dioses poseían poderes sobrenaturales a través de los cuales se daba respuesta del control y el porqué de muchos acontecimientos o situaciones en la tierra.
Un ejemplo de ellos es la explicación del tiempo atribuida al dios Cronos, el comportamiento de los mares responsabilidad del dios Poseidón, los fenómenos de los rayos, truenos y tormentas se le imputaban al Dios Thor, la sabiduría era atribuida a la diosa Atenea. Zeus, se concebía como el dios protector de todos los dioses; es decir, cada situación fenoménica parecía tener una explicación mitológica. En la tercera etapa de este primer estadio, el intelecto del hombre según Comte evoluciona y comienza a dar explicaciones de los fenómenos dirigidas y atribuidas a un solo Dios (monoteísmo). Erigiéndose la iglesia como la única autoridad capaz de dar respuestas a todos los fenómenos del cosmos, el universo y la tierra, es lo que se conoce como la hegemonía de la verdad teológica.
En el segundo estadio, el hombre va a privilegiar el racionamiento, lo ontológico procurando explicar la naturaleza de los seres remplazando la entidad sobrenatural por las abstracciones personificadas, como la existencia de Dios y el poder del lenguaje entre otros, utilizando la metafísica y la filosofía para tal fin. Según Comte, en el discurso del espíritu positivo prologado por Marías “Ya no es entonces la pura imaginación la que domina y todavía no es la verdadera observación; pero el razonamiento adquiere aquí mucha extensión y se prepara confusamente al ejercicio verdaderamente científico”. Para Comte es evidente la exageración de lo especulativo por la tendencia de la argumentación por encima de la observación, proceder bastante común en
la metafísica y la filosofía.
Este estadio es concebido por Comte como la emancipación intelectual del racionalismo positivo, cuya característica según su autor, es la comprobación espontánea y radical de los vacíos evidenciados en los dos estadios anteriores. Es decir, el estadio positivo pretendió llenar el vacío generado por las vagas explicaciones dadas por parte de la teología, la filosofía y la metafísica. En esta etapa, se va a subordinar la imaginación a la observación y a los elementos científicos. El conocimiento sólo es aceptado a través de la observación como fuente de la verdad. La regla fundamental que se plantea, es que toda proposición proviene de los hechos que pueden ser observados, establece a su vez la invariabilidad de las leyes, las explicaciones y las predicciones
El recorrido discursivo de este artículo, me permite generar la discusión epistemológica entre lo planteado por Comte y la realidad actual delineada por la Transcomplejidad en atención a la evolución intelectual del hombre. En este sentido, debo señalar que el final del siglo XX ya dejaba entre ver en su horizonte, la germinación eminente de una nueva forma de entender el cosmos más allá de la linealidad, el orden y las leyes físicas vigentes. Un ejemplo de ello según González (2008), lo evidenciamos en los aportes de Prigogine “La envergadura de su obra tiene la notable característica de haber venido a suscitar nuevas interpretaciones en el dominio de varias ciencias, tales como la economía, la sociología, la biología, la filosofía, entre otras”.. Los aportes de este físico matemático otorgaron un nuevo perfil ilustrativo del conocimiento y del quehacer científico.
Las ideas plasmadas en la cita del párrafo anterior, son compartidas por Ruíz “… dos fantasmas recorren el mundo. Es la teoría del caos y el pensamiento complejo de los fenómenos”. En esta cita se percibe que los aportes científicos producto de la evolución del intelecto del hombre, han obligado a repensar los sustentos epistemológicos, filosóficos e ideológicos conformados por los paradigmas vigentes en especial los del positivismo. Esta necesidad de repensar la forma de
ver y aceptar la realidad científica, dan cuenta de lo que se llama el ocaso de la tiranía metodológica para Balza (2013), “el trastrocamiento de las grandes totalidades universales que han tenido lugar en el tránsito de la modernidad a la postmodernidad, ha dado lugar en el campo científico, al ocaso de la era hegemónica de la ciencia clásica…”
En este orden de ideas, el siglo XXI dio la luz epistémica necesaria para que emergiera la transcomplejidad como un enfoque integrador, el cual toma en el recorrido filosófico del conocimiento, para Molano (2018,1), son “…imaginarios colectivos que reproducen paradigmas que alteran las condiciones ontológicas, axiológicas y teleológicas, desde las perspectivas valorativas de los fenómenos estudiados”. En este sentido, la transcomplejidad representa desde mi entender una evolución intelectual más allá del estadio positivo planteados por Comte, al ser inspirado según Villegas y Schavino 2010,5) “en la multidimensionalidad de saberes, la pluralidad y la interacción que emerge desde el trabajo en equipo y el encuentro transdisciplinario”. La multidimensionalidad de saberes que refieren las autoras citadas, representan el complexus o abrazo de algunos de los elementos de cada etapa evolutiva de la percepción intelectual del hombre, para configurar el lienzo donde se está construyendo la nueva episteme científica.
La construcción de dicha epísteme cada día va dejando su forma abstracta originaria, desde una metamorfosis intelectual, para encarnar según Balza (2013), “en una cosmovisión emergente acerca del mundo que nos invita a construir una síntesis integradora del ser, pues es una manera de crear puentes trasdialógicos y multicomunicantes entre lo simple y lo complejo, entre lo natural y lo humano”. Estos puentes trasdialógicos planteados por el autor citado, invitan al avenir paradigmático y transdisciplinario conformado en redes de investigadores que procuren puntos de encuentros entre los múltiples niveles de realidades.
Sin lugar a dudas que la aceptación de los diversos niveles de realidad, constituyen una evidencia más del progreso epistémico en el cual se encuentra inmerso el pensamiento transcomplejo; no obstante, se debe aclarar que si bien es cierto que la evolución intelectual del hombre ha ido transitando etapas o estadios como lo planteo Comte, no es menos cierto que en cada uno de los estadios persiste algún rasgo del estadio anterior. En un sentido un poco más amplio, el intelecto va evolucionando tomando lo necesario del estadio anterior para conformar una nueva forma de aceptar los fenómenos y el funcionamiento del cosmos. Es decir, que dentro de la percepción
actual existe la apreciación teológica, la metafísica, la filosófica y la científica conjugada en lo que yo me atrevo a llamar la Transcomplejidad o el cuarto estadio evolutivo intelectual después del estado positivo.
En este orden de ideas, debo aclarar que no existe pretensión alguna de anexar otro estadio al positivismo, lo que se pretende hacer ver es que, si el mundo está en un constante cambio, es producto de la acción y evolución intelectual del hombre que van marcando de algún modo el pensamiento científico actual, determinando transformaciones de fondo en los principios del conocimiento científico. Es desde este ambiente de cambios epocales, mas no desde una época de cambios, como lo planteó el escritor y profesor de la Universidad Central de Venezuela Rigoberto Lanz al señalar que una de las características del siglo XXI, “…es que, en efecto, ciertos paradigmas ya no sirven para pensar, ciertos paradigmas que nos acompañaron durante largas décadas, siglos incluso, ya no están en condiciones de pensar el mundo, ya no sirven para explicar el mundo…Lanz (2005)
Asumiendo y aceptando los planteamientos de Lanz, es que se presenta la transcomplejidad como una opción capaz de abordar el pensamiento necesario que permita explicar y comprender el cosmos. Es por ello que este enfoque integrador transcomplejo, fue considerado primeramente por dicho autor, “como una mirada enriquecida por la movilidad de puntos de observación y por la ductilidad cognitiva. Desde donde según Schavino (2012), "se propugna la adopción de una posición abierta, flexible, inacabada, integral, sistémica y multivariada, donde lo cuantitativo, lo cualitativo y lo dialéctico se complementan en una relación sinérgica que configura una matriz epistémica multidimensional”. Todo este pensamiento integrador se sustentan en cinco principios (complementariedad, cinegética relacional, dialógica recursiva, reflexividad profunda e integralidad) que le dan su sentido epistemológico, creando espacios de profunda reflexión, articulación e interconexiones paradigmáticas, científicas, teleológicas, metafísicas y filosóficas desde disímiles miradas. Para una mayor compresión de la discusión planteada, se presentan los principios de la transcomplejidad.
Asumiendo que los principios se corresponden con las normativas o reglamentaciones que
orientan o guían de algún modo el accionar del ser humano, cambiando las facultades espirituales y racionales de carácter general y universal de éste. La transcomplejidad se planteó cinco principios fundamentales, siendo el primero de ellos el de complementariedad. Este principio toma las ideas originarias de la noción de complementariedad propuesta por Niels Bohr en la conferencia de 1927, donde realiza su postulado de la física cuántica dándole respuesta a la dualidad existente entre la onda y las partículas, demostrando la individualidad de los fenómenos poniendo al descubierto las limitaciones de la física clásica para Castellá y Gherab (2015)“Bohr pretendía, con la noción de complementariedad, expresar el dualismo que veía entre descripciones de fenómenos cuánticos que consideraba necesarias y a la vez, excluyentes”. Es decir, la complementariedad pone entre dicho la objetividad de los fenómenos al plantear que en las observaciones de los fenómenos no se podía despreciar la interacción entre el sujeto y el objeto.
El siglo XXI con el surgimiento de una nueva forma de asumir la realidad científica desde los diversos niveles de realidad a través de la transcomplejidad, reclama la necesidad de utilizar nuevas formas de explorar los caminos de la ciencia, desde la interacción sujeto- objeto-realidad, permitiendo de algún modo según Balza, “… nuevas perspectivas de análisis y capacidades gnoseológicas para explanar el pensamiento y pujar por nuevas lógicas y racionalidades cognitivas que conduzcan a la comprensión e inteligibilidad de lo real complejo…”. Balza (2010)" Pensar la Investigación Postdoctoral desde una Perspectiva Transcompleja. Venezuela,"119.
En este sentido el principio de complementariedad transcomplejo, alude a miradas disímiles que se encuentran desde la dialéctica y la dialógica para dar respuesta a realidades fenoménicas poco abordadas o nunca afrontadas por el reduccionismo positivista. Este principio pone en práctica la inclusión de pensamientos diversos, para dar cuenta de la realidad social donde se encuentra inmerso el ser humano como sujeto y objeto interactuante, complejo e inacabado. En un sentido un poco más amplio, la complementariedad como principio transcomplejo, permite la integración de modelos de pensamientos emergentes, sin ataduras metodológicas para abordar lo desconocido e interrogar a la realidad de forma distinta y desde diversos ángulos o niveles procurando una visión hologramática en el quehacer investigativo.
La sinergética relacional es el segundo principio transcomplejo, el cual para Schavino “procura la idea de unidad y supone la renuncia a la individualidad en pro del fortalecimiento colectivo”. Para la procura de la unidad colectiva, la autora citada, plantea la conformación de redes de investigadores que posean afinidad hacia el estudio de realidades educativas complejas. Para poder cumplir con este principio, se hace necesario el trabajo en equipo, la comprensión y el compromiso de apertura del pensamiento entre los que conforman las redes de investigadores; es aquí donde se entrelazan los puentes dialógicos transdisciplinarios, rompiendo las barreras coercitivas de la hegemonía ciencista positivista.
Es de destacar, que la conformación de redes de investigadores transdisciplinarios a través de la sinergética relacional, posibilita la observación de la realidad o fenómeno estudiado desde diversos prismas que conjugan la valoración subjetiva, objetiva, filosófica, espiritual, metafísica y positiva en pro de un nuevo conocimiento colectivo con la fuerza y cohesión de una visión sistémica. Es decir, que este segundo principio a su vez está relacionado con la teoría general de los sistemas de Bertalanffy de 1940, de acuerdo con esta teoría Balza (2010), señala que “las interacciones entre las partes o componentes de un sistema generan un valor agregado mayor al que se lograría si cada componente funciona por separado”. De manera que, el trabajo en equipo, la cooperación desde la dialógica de los miembros de las redes de investigadores, dan como resultado una visión más amplia, objetiva y subjetiva con coherencia, lógica y de mayor comprensión de la realidad estudiada.
La dialógica recursiva se corresponde con el tercer principio transcomplejo, desde donde se impulsa el diálogo constante necesario entre los investigadores que conforman las redes, donde se le pretende dar respuesta a la realidad observada. En este principio, se procura el encuentro epistemológico y dialéctico entre las ideas de los investigadores y sus relaciones con el objeto de estudio. La recursividad le permite a cada uno de ellos, ir y venir, descomponer y recomponer las partes del todo, para comprender lo que según Aristóteles es ese más allá del todo, trascendiendo los límites de la simplicidad y abordando la realidad fenoménica transcompleja
desde los espacios de interacción social donde sus actores se complementan reconfigurando los esquemas de pensamiento armonizando la convivencia investigativa entre quienes conforman las redes.
Una vez que se han conformado las redes de investigadores y están trabajando en equipo haciendo uso de la sinergética relacional, los investigadores deben emprender una reflexión profunda de la realidad estudiada, para poder visualizar el complexus de lo teológico, lo metafísico, lo artístico, lo espiritual y lo positivo en un corpus de conocimiento transcomplejo. Es decir, la red de investigadores debe pensar la realidad con detenimiento desde la objetividad, pero también desde la subjetividad, procurando ver lo nunca visto, para lo cual se amerita un pacto entre todos los actores en la construcción del conocimiento al respecto Balza (2013) plantea “... toda relación de pacto es importante tener claro, que lo que se persigue es la aproximación a la verdad en forma compartida y no la imposición de criterios”
La reflexibilidad profunda, es una invitación a sumergirnos en un pensamiento escudriñador en la búsqueda de nuevos constructos y sus relaciones. Es decir, generar teorías desde la comprensión de la realidad a través del encuentro y la conexión de nuestro interior con la realidad exterior. En este ejercicio reflexivo, se denota la importancia de la mismidad epistémica para poder hacer otredad en procura de las respuestas fenoménicas desde la perspectiva de un enfoque integrador transcomplejo.
Este principio permite la construcción de un discurso transcomplejo sin la pretensión de individualizar el lenguaje encerrado en una burbuja secuestradora de los enunciados de las diversas disciplinas, es decir, el principio de integralidad procura un lenguaje respetuoso de la interdisciplinariedad, la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad permitiendo la explicación del fenómeno observado a través de la dialógica que propicia los puntos de encuentro más allá de las diferencias entre las disciplinas que observan o estudian una realidad especifica. La integralidad como principio según Crisálida Villegas y Nancy Schavino citadas por Balza (2010) “transciende el holismo al detectar la necesidad de asumir que la realidad es
múltiple, diversa, relacional, en construcción y por ende también construible”. Es por ello que, dicho principio despeja nuevos horizontes de interpelación de los diversos niveles de realidades desde las interrelaciones reticulares conformadas por las redes de investigadores que tienen un telos en común, pero cada uno la interroga y estudia desde su área disciplinar y luego entretejen los hallazgos y resultados de aquellos puntos de encuentros para dar cuenta de respuestas fenoménicas generando nuevos conocimientos transcomplejos como se muestra en la siguiente imagen.
Desde esta perspectiva, la imagen representa la forma de generar nuevos conocimientos utilizando los principios del enfoque integrador transcomplejo, evidenciando a su vez la evolución intelectual en el abordaje fenoménico, trascendiendo las etapas o estadios presentados por Comte en su momento epocal. En dicha figura se demuestra la interrelación de los cinco principios generados por el complexus de los constructos abordados desde los múltiples niveles de realidad, conformada por la diversidad paradigmática de los integrantes de las redes de investigadores quienes haciendo uso de la complementariedad, el trabajo en equipo la colaboración de la sinergética relacional con los puentes de acercamiento epistémico de la dialógica recursiva, desde profundas reflexiones fenoménicas, se construyen y develan nuevos conocimientos transcomplejo presentados con un lenguaje integrador de lo teológico, lo metafísico y filosófico con una transmetódica que permite relacionar lo cuantitativo con lo cualitativo en el abordaje humano, social y material de los fenómenos estudiados devalando un nuevo conocimiento transcomplejo.
El proceso hermenéutico realizado me permite hacer estas reflexiones de cierre que presentan finales abiertos de aristas temáticas inconclusas debido a la realidad cambiante y transformadora, donde la transcomplejidad configura un pensamiento cuya profundidad y apertura evidencian la evolución intelectual en la percepción fenoménica desde los distintos niveles de realidades que conforman el ecosistema cósmico, donde interactúa el hombre como actor fundamental de equilibrio y entropía. En este sentido, la humanidad se encuentra en una transición evolutiva intelectual que conjuga lo mítico, lo teológico y lo científico en un gran complexus epistemológico denominado el cuarto estadio transcomplejo que procura la resignificación del sistema pensamiento realidad.
Debo aclarar de forma enfática y contundente que la pretensión de este artículo en ningún momento es la de presentar el enfoque integrador transcomplejo como un anexo del positivismo, lo que pretendo es mostrar la evolución intelectual del hombre para percibir y dar respuestas a
los fenómenos. Para ello, fue necesario tomar la descripción de dicha evolución intelectual presentada por Comte denominada la ley de los tres estadios donde dicho autor afirma que la vida pasa por tres estados teóricos diferentes (teológico, metafísico y positivo). Esto permitió un punto de partida para la discusión epistemológica reflejada en el desarrollo discursivo de este artículo, para finalmente demostrar que actualmente el hombre percibe los fenómenos desde diversos niveles de realidades y los aborda desde la diversidad paradigmática la cual es interconectada por la transcomplejidad para procurar puntos de encuentros entre las diferencias epistemológicas disciplinares y dar respuestas a lo que el positivismo desde sus postulados no pudo responder.
Es de suma importancia destacar, que el hombre en su proceso evolutivo intelectual, va acumulando experiencias epistémicas que se va trayendo de cada etapa o estadio anterior, admitiendo el abordaje de la realidad fenoménica según su desarrollo epistémico epocal. Esto permite explicar la razón por la cual en pleno siglo XXI continúa existiendo la creencia en Dios para dar explicación a fenómenos sobrenaturales; es decir, en esta etapa intelectual persiste parte del estadio teológico. Así mismo, persisten pensamientos cuya finalidad es criticar la racionalidad propia de la modernidad occidental, esta corriente del pensamiento es conocida como la filosofía posmoderna influenciada por el marxismo. Nuevamente se evidencian rastro del segundo estadio metafísico y filosófico.
En este mismo orden de ideas, podemos ver como en pleno siglo XXI, permanece la metodología científica basada en la experimentación con el método científico asumido desde los primeros postulados de Augusto Comte, que de una u otra forma enriquecieron el corpus teórico del positivismo por mucho tiempo.
Todas las evidencias presentadas hasta ahora permiten dar cuenta de una forma intelectual en constante evolución, la cual se presenta en la actualidad como el enfoque integrador transcomplejo, donde se conjuga lo teológico desde la dimensión espiritual con lo filosófico y lo científico, abordado desde cinco principios que abrazan e impregnan la epísteme en construcción de una nueva ciencia que cada día cobra más fuerza, la transcomplejidad. Poniendo en evidencia según Martínez (2018), que “… la investigación científica clásica y tradicional, con su enfoque lógico positivista se ha vuelto limitada e insuficiente para abordar nuevas realidades…” desde mi entender, la transcomplejidad, recoge un pensamiento que emerge desde
disímiles miradas de investigadores que están contemplando la diversidad paradigmática involucrando nuevas formas interrogativas desde un lenguaje de un complexus transdisciplinario el cual invita a interrogar el futuro de la verdad, asumiendo la evolución intelectual como un elemento de apertura de nuevas formas de percepción de lo que antes era considerado como verdades absolutas inamovibles.
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